domingo, 17 de mayo de 2009

SUEÑO DE TERMINAL


Desperté de golpe de un sueño profundo. Eran ruidos de pasos. El cuello me dolia y tenia las marcas del banco en la espalda por la posición horizontal.



- Si se duerme pierde el año chamo. Lo coje el bisturí, el ampa callejero...



Rapidamente volví en sí y capte que la voz ronca que me hablaba era de un viejo (un ciruja dirían en mi barrio). Ropa sucia, barba sucia, seño fruncido, borracho...



- Hasta a mi me han robado aquí. Esos no perdonan a nadie...



Eran las 3 de la mañana. Me incorporé y miré fijo al viejo en señal de desconcierto. Él me miró, se dio vuelta y siguió su curso. Tambaleando con su bolsita al hombro, como quien da consejo a un extraño. La noche estaba estrellada. Me encontraba acostado abrazado a mi mochila durmiendo en un banco de la terminal de transportes de alguna ciudad de Venezuela (Maracay, Caracas, Maracaibo, qué más da, restémosle importancia, podría haber sido cualquiera de cualquier país vecino, latino). La soledad del ambiente en la noche es una constante en estos centros de conexiones de las rutas sudamericanas. El miedo que se respira también, del cafetero al policía y también del piedrero, aunque uno a veces no le preste atención por la tranquilidad que en esas delicadas ocasiones inspira la estrella viajera.


Allí confluyen muchas historias, miles de viajes todos los días que disparan ocasiones de aprendizaje, forjan nuevos caminos, unen realidades distintas. Iguales en el fondo.



Como todo lo latino.


Robertango

Diciembre 2007, Ruta Venezuela.